Posteado por: Rubén Bojorquez | febrero 5, 2013

CELO APOSTÓLICO!!

Estoy celebrando la Misa de envío junto con un grupo de laicos de nuestra Parroquia, quienes nos acompañaran a las aldeas mas remotas de nuestra misión para los cursos intensivos de catequesis. De los tres que vendrán conmigo, uno de ellos me ha informado al último momento que no podrá ir porque tiene un funeral de un familiar que atender. Las comunidades que me toca ir a visitar en esta ocasión son tres entre 8 y 12 kms de distancia una de la otra, no creo que será suficiente el personal para dichas actividades. Mi sorpresa es que al concluir la Eucaristía, encuentro a Natalia y Vincent en la puerta de nuestra capilla, quienes atendieron la Misa desde fuera para no interrumpir ya que llegaron tarde, ellos vienen dispuestos a agregarse a nuestro grupo; no recibieron invitación formal para tal misión puesto que hay una rotación que seguimos y se suponía que a ellos les tocaba descansar en esta ocasión, pero su entusiasmo y su celo apostólico se refleja en sus rostros, que no les importó renunciar a compromisos que pudieran tener con sus familias. Mi gesto de gratitud hacia ellos fue un solo: “bienvenidos, la gente se pondrá muy contenta de su presencia”.
Iniciamos nuestro viaje y en el camino encontraríamos a uno de los catequistas que nos acompañará. Llegando al lugar donde quedamos de vernos, lo busco con la mirada entre la gente, sin embargo el primero que se avecina a saludarme con “alforja y callado en mano”, es Paul Mbewe, otro miembro del grupo apostólico, quién tampoco había recibido invitación en esta ocasión por la misma razón de Natalia y Vincent. Mi respuesta a su saludo fue con una pregunta irónica y simpática ya que él había puesto ya sus pertenencias: ¿A dónde vas y quién te invitó? Él no sudo ni se abochornó, antes al contrario quien quedó estupefacto ante su respuesta fui yo. Me dijó: “no puedo quedarme aquí sin ir a continuar lo que hemos iniciado”. Refiriéndose a los cursos intensivos de catequesis que estamos impartiendo, este es el tipo de gente que nuestra Iglesia hoy en día necesita que no se doblen a la primera y que siempre estén dispuestos a donar su tiempo y su persona al servicio del Evangelio, confiando en que aventurarse con Cristo no es echar el tiempo en saco roto.


Deja un comentario

Categorías